Feminicidio de Margarita: ¡Ven a mi casa porque mi mamá está muerta!

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Margarita Vargas Florentino gritó por su vida. Pidió auxilio pero nadie llegó a rescatarla. Era la 1 de la mañana del domingo 3 de diciembre en el municipio de Copanatoyac, en la región de La Montaña.

Margarita intentó brincar una de las bardas para escapar de los golpes de su esposo, Pavel Bernabé Rosendo Cisneros.

“Corría de un lado a otro tratando de defenderse, pedía auxilio. La vieron [los vecinos] cómo salió de su casa y corrió hacia la barda. ‘¡Ayúdenme porque mi marido me quiere matar!’, gritó. Quería escapar por la barda. Yo creo que pensaba en sus niñas: ‘¡Me van a matar y mis hijas están durmiendo!’”, relató Blanca Estela, hermana de Margarita.

Los ataques de Pavel Bernabé contra Margarita terminaron pronto. A la 1:40 de la mañana, una de las hijas le llamó a su abuela materna, Guadalupe Florentino: “Ven a la casa porque mi mamá está muerta”.

Con la llamada, la familia de Margarita se movilizó. Cuando llegaron había policías municipales y vecinos. Incluso, el cuerpo de Margarita estaba en una patrulla.

Su hermana y su madre se acercaron al cuerpo de Margarita, lo tocaron y se dieron cuenta de que estaba “tibio”. No lo dudaron, la llevaron con los médicos del pueblo, pero ningún consultorio estaba abierto. Fueron al Centro de Salud y tampoco había médicos disponibles. Nadie la atendió en Copanatoyac.

La familia la trasladó hasta el hospital de Tlapa, a más de media hora de distancia. Ahí la atendieron. De inmediato la intubaron, pero no fue suficiente. Diez minutos después, un médico informó a la familia que Margarita estaba muerta.

“Pensamos que todavía estaba viva, porque estaba calientita, pero no, ya estaba muerta. Nos tardamos mucho andar buscando médicos aquí, perdimos tiempo; si no, quizá la pudimos salvar de la muerte”, lamenta Luis Vargas, padre de Margarita.

En el hospital, se negaron a entregar el cadáver a su familia. Les dijeron que lo entregaría al Servicio Médico Forense (Semefo) en Chilpancingo y que interpusieran una denuncia ante la agencia del Ministerio Público.

A las 7 de la mañana llegaron al MP de Tlapa. Ahí estaba Josefa Rosendo Cisneros, la madre de Pavel Bernabé, el presunto feminicida.

“La señora ya estaba en el MP con el abogado del ayuntamiento de Copanatoyac, Jonathan. Si no es culpable, ¿por qué metió a un licenciado? Es posible que haya un acuerdo entre la señora y el presidente municipal.

“Nosotros, como dolientes, no tenemos abogados y no tenemos miedo de que algo pase. Sabemos que la familia del muchacho tiene poder y dinero”, afirmó don Luis.

La madre de Pavel y el abogado del ayuntamiento de Copanatoyac quisieron establecer una hipótesis del crimen: Margarita se ahorcó sola con una cuerda.

La familia de la joven no confía en las autoridades, incluso, piensan que no se llegará a la justicia porque la madre del presunto feminicida tiene buena relación con el alcalde de Copanatoyac, Eleuterio Reyes Calleja (PRI).

“Los policías municipales fueron los primeros en llegar a la escena del crimen, manipulando cualquier indicio o huellas para ocultar la verdad y entorpecer las investigaciones. Un cuchillo que estaba cerca de la cuerda con la que mataron a Margarita desapareció después de que llegaron los policías”, explica el padre.

La familia asegura que Margarita sufría violencia desde hace mucho tiempo y por eso se había separado de Pavel Bernabé. Horas antes, Margarita le pidió a su hija mayor, de 11 años de edad, que no la dejara sola en su puesto donde vendía chicharrones, porque tenía miedo. Miedo de que llegara el hombre a golpearla.

“En muchas ocasiones nos amenazó. Una vez, mi hija quería subirse al carro para ir a comprar su almuerzo, pero la bajó con violencia y le dijo que no se manda sola”, recuerda don Luis.

“Hay una demanda que mi hermana interpuso en Tlapa que ya no quiso proceder, la quitó. También lo demandó por pensión, pero él le volvió a ganar hasta que la sacó de la casa el 3 de noviembre. Siempre sufrió maltrato por él y por su suegra”, dice la hermana de Margarita.